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viernes, 29 de junio de 2018

OX's, producto de primera de Navarra

No hay nada mejor en esta vida que disfrutar de las cosas sin muchas florituras. De un viaje, de una prenda de ropa, de una habitación de un hotel, de un plato...cuando el producto es bueno, no hace falta adornarlo. Todavía tengo una imagen en mi cabeza de cuando estuve en Texas hace 6 años, unos ciudadanos poniéndole ketchup a un solomillo de ternera de llorar...de llorar es como me quedé al ver eso, ¡de capucha y paliza! Los productos cuando son buenos, son bueno.




Voy al grano que me voy por las ramas de mala manera. Pues deciros que hace unos días conocí OX's, restaurante navarro de toda la vida en Madrid. He de confesar que el único que conocía era el clásico de Floren (Domezain), hasta que me pusieron unos espárragos de Tudela delante de mis narices y conocí otro mundo.








Productos de Navarra, productos de primera, verduras de primera y sino un ojo a esta menestra. Como nutricionista incido mucho en que mis pacientes alegren su vista y su paladar con verduras, pero de buena calidad (no hace falta liarse la manta a la cabeza con BIO, ECO...y demás). Buena alcachofa, buen repollo, buena zanahoria, una explosión de vitaminas y minerales. También tomamos un revuelto de setas, muy jugosas y carnosas.






El pescado en el norte siempre suele ser plato fuerte (la carne la dejamos para mi tierra jajaja). Un rape a la bilbaína. Con su ajito frito, con su patata con pimentón (que poco usan en los restaurantes el pimentón, quizás porque en Zamora abusamos de él), su judía pochada, bravo por este plato. Y casi antes del postre, albóndigas de la casa, con una carne de primera y una salsa gelatinosa y muy sabrosa.




Colofón de postres, me quedo con el flan. Ya sabéis que no soy muy amigo de lo dulce pero tenían muy buena pinta.

Situado en C/ Juan Ramón Jiménez 11, Madrid 

martes, 12 de junio de 2018

A Barra, menú de estrella en la barra

Comer en la barra de un restaurante es algo que se estilaba entre la gente trabajadora allá por los 90, tenía que ser algo rápido rollo menú y solían ser platos de cuchara. Esa idea evolucionó a la barra de picoteo que hoy en día todos conocemos, codo apoyado en la misma mientras disfrutas de algo de beber con amigos y una buena conversación.

Pues bien, esta idea se ha fusionado en las 2 anteriores y con un denominador común, disfrutar de la comida mientras te lo hacen en tus propias narices, ese es el espíritu de A Barra. Barra entretenida, dinámica donde disfrutas de un menú (en mi caso de nada más y nada menos que 14 platos) preparados con magos de la gastronomía con el placer de poder hablar e interactuar con ellos, una obra de teatro en toda regla donde no sólo eres el espectador, sino llegas a ser protagonista de la misma.












Empezamos degustando un bloody Mary de frambuesa, fresco, con un toque cítrico y la mar de apetecible con el bochorno que hacía en Madrid. Venía acompañado de una tosta crujiente de boquerón marinado, con unas esferificaciones de AOVE, un perfecto bocado para ir haciendo hambre.

Continuamos con otro aperitivo, buñuelo de camarones directo a la boca y el toque español, jamón Joselito GR 2013, huevo y patata (no se ve pero la base era el morro de un cerdo, algo original que ves mientras lo preparan).












Interactuar con los cocineros es de lo más interesante, he de reconocer. Tras los aperitivos, seguimos con un shaomai de cocido, garbanzos fritos y tomate especiado (un shaomai relleno de ropa vieja jugosa y un caldo espeso y con mucho cuerpo). Aquí mi plato, o mejor dicho, producto favorito de toda la comida,  el pimiento de piquillo LC, pil pil y ceniza de piel de bacalao. Ese pimiento natural era de otra dimensión, no es mi plato favorito, pero si el producto que más me gustó de todos los pases que hubo, otro nivel.

Continuamos con cresta de gallo en texturas (gelatina y crujiente), brioche relleno de rabo guisado al curry y hojas de shiso verde (muy en la sintonía del shaomai que me encantó), y otro plato muy TOP, ramen de setas, yema curada y alga nori, golpe de sabores y un caldo muy potente y sabroso.








El festival de magia continuaba. Gamba roja, tendones y salsa thai. No concibo comerme una gamba y dejar la cabeza sin chuperretear. Pregunté si aparte de chupar la cabeza podía (y debía desde mi punto de vista), hacer ese placentero ruido de sorción exprimiéndole todos los jugos a este crustáceo que tanto placer nos produce a un reducido número de personas y que a otro tanto avergüenza. Con esto ya lo he dicho todo.

Seguimos con un espectacular rodaballo, causa limeña y cítricos, un pescado fresco y sabroso. Y para rematar los platos potentes, cabezada de cerdo, chilimole y mojo de hierbabuena. El cerdo era pura mantequilla, se deshacía en el tenedor. La parte negra es más propia de una elaboración química que de los magos del lugar, pero no hacía falta rallarlo, no era nada malo.








Había poco sitio para el postre pero algo había. Maratonka, o lo que es lo mismo, explosión de frescor en la boca y no sólo por el helado, una locura de chocolate donde he aconsejado poner escamas de sal al helado (toque personal) y unos petis que intentamos meter con calzador.

Gran experiencia la de A Barra, gran servicio por parte de Juan Carlos es mago mayor, Valerio el sumiller que nos deleito con un vino afrutado argentino (Calcáreo, suelo incluido), y por Miren por llevarme a este tipo de sitios tan de otra dimensión ;)

lunes, 21 de mayo de 2018

St James, la calidad en cualquier detalle

Hace un mes aproximadamente, nos fuimos a comer a St James. Empezaba a hacer buen tiempo...día soleado y no excesivamente mucho calor. A mi me encanta estar en las calles en estas fechas, dame una terraza o cualquier cosa se sea ver los rayos de sol, porque vaya invierno más largo que hemos tenido.

Bueno, que no he venido a hablar del tiempo. Centrémonos. St James, restaurante para mi desconocido y que ha sido una grandísimo sorpresa esta temporada. Un lugar agradable y cuidado hasta el más mínimo detalle. La atención que siempre es importante, aquí más para que no vayas sólo a conocerlo, sino que repitas y te queden ganas de volver, porque eso lo da el servicio y la calidad de los platos.










Empezamos con unas habitas salteadas con puntillitas. No hay cosa que más me coma como pipas que las puntillitas (bien hechas eso sí). Unas coquinas (eso sí que son pipas reales) y unas alcachofas acompañadas de berberechos. El tema concha me da la vida. Es verdad que no es una cosa que sacie mucho, pero es de lo más entretenido. Y si todavía no estamos saciados, pasemos a los arroces y veréis como vuestra hormona de la saciedad (la leptina) se empieza a secretar rápidamente.






Tomamos un par de arroces, uno de chipirones y ajetes que estaba suave y no era excesivamente fuerte de sabor, y el rico rico que a mi me rechifló fue el caldoso, hecho con boletus y foie. Sé que va a quedar poco creíble, pero uno de los mejores arroces que he probado en mi vida, ¿por qué?, no sólo por el punto del arroz y por estar perfectamente hecho, sino los 2 ingredientes, el foie y los boletus...¡trozos de foie señores! se puede decir que estaba muy próximo al 10.






Tema postres (tras saciarnos hasta las cejas) poco podría añadir ya que sólo los probé, pero me quedo con la tarta de manzana que realmente le dan un punto crujiente difícil de conseguir por la manzana.

Situado en C/ Juan Bravo 26, Madrid

jueves, 11 de enero de 2018

Japanese Club, entre neones y sushi

Feliz año a todos. Vuelta a la rutina con esos buenos propósitos. Sí, seguro que perder kilos está entre ellos, pero no os voy a decir nada que después me llamáis pesado.

Mejor os cuento lo bien que se come en Japanese Club, un japonés en pleno barrio Salamanca. Luces de neón, mucho dorado y unos platos de lo más suculentos, así se presenta este japonés.










Empezamos con una tempura de gambas a la que siguió tataki de buey de morirse en el sitio. Estaba requetebueno, me quedo con este plato, no necesito probar más. Quizás el sésamo tostado que hacía un pequeño guiño al toque crujiente, o ese suave aceite que lo hacía más jugoso, no sé.








Ensalada de salmón marinado, nos va al pelo ahora después de las navidades. Plato completo y de lo más fresco. Unas buenas piezas de sushi y unos niguiris donde el de salmón con huevas pinta como el favorito.
Ojo a la sorpresa de los baos (de los que no soy muy fan, pero que hay que probar). Estos son de mollejas, y a pesar de no ser una persona muy puesta en la casquería, estos baos muy muy apetecibles, sabrosos y crujientes.




Finalizamos con un postre. Rollito de plátano con Nutella y helado. Un postre que estaba bien pero sin nada que objetar.

Situado en C/ Juan Bravo 11, Madrid  

martes, 12 de diciembre de 2017

LUX, alta cocina con un guiño a Japón

LUX, nuevo sitio guay del Paraguay para ir en invierno. Está pared con pared con otro muy conocido, Amazónico. Un local cálido con diferentes ambientes y con buena mantelería blanca y copas de cristal de esas bonitas.
2 plantas de fusión donde puedes probar desde cocina japonesa hasta un buen pescado a la sal. Un salón abierto cuajado de columnas y unos balcones a la calle Jorge Juan. Me quedo con las ganas de ir de día la verdad, porque la luz que debe entrar por ahí debe ser una maravilla.










Empezamos tomando una degustación de sushi. Pescado excelente y fresco.
Continuamos con una especie de ensalada de tomate (rosa) y brotes. Pensando que ya no era época de tomates creí que no estaría muy allá el plato, pero ¡oye que plato!, y mira que es sencillo, pero la verdad que estaba realmente bueno. Otro plato interesante el papillote de bogavante con pesto, me hubiese comido 10.






Me da mucha pena que no se vea nítidamente el tartar de atún, pero realmente no tiene más misterio, un tartar aceptable pero sin nada que reseñar (perdonad por la foto, pero lo pongo todo, todito). Lo que sí hay que reseñar la costilla glaseada, ¡que maravilla! Venía sobre una yuca frita de la que soy muy fan y escasea mucho por los restaurantes. ¡Más yuca y menos patata!






No soy goloso, pero ojo a los postres, bonitos cuanto menos. Sorbete de cereza y naranja y el segundo una revolución de frutos rojos con crema puesto en una especie de hojaldre. Fué mi favorito por los frutos rojos, todo una declaración de intenciones en esta época. 

Situado en C/ Jorge Juan 22, Madrid 

lunes, 20 de noviembre de 2017

Fellina, contundencia italiana

Fellina es un italiano de verdad, ya no sólo por la comida, sino por los aires mediterráneos que le envuelve. Buen producto, el pan, los tarros, las flores, ese olor, un buen parmesano, esos manteles de cuadros vichy...un lugar cuanto menos apetecible.








Nada más aposentar nuestras posaderas, nos trajeron mortadela siciliana que hacía mil años que no tomaba, pero años, con un poco de queso.

¿Qué tomamos? Vitello tonnato (ternera con alcaparras la mar de contundente). Soy muy amigo de las alcaparras, se lo pondría a todo. Unas berenjenas a la parmesana, plato top y la mar de contundente (después date un par de paseos para quemarlo), y unos huevos camperos con tomate y trufa que nunca fallan.








Espérate que lo heavy biene ahora. Unos carbonara que Esteban nos hizo en el momento. Unos espagueti carbonara de verdad, ricos ricos y con el punto de la pasta...en su punto y acompañados de papada de cerdo y pecorino, ¡como debe ser!
Continuamos con unos tortelloni rellenos de foie (madre mía que sabor), y trufa...el olor ya era de llorar. Si me algo me sorprendió es la contundencia de los platos.






Y no sólo la contundencia de los platos, sino que muchos los hacen en el momento delante de ti...eso da confianza y quieras que no, es un atractivo añadido. Muchos éxitos seguro, y no sólo por mis deseos, sino por lo que he oido por ahí,  toda la gente que ha ido (o he conseguido engañar jajaja), les ha encantado. ¡Bravo!

Situado en C/ Carranza 21, Madrid