Todavía recuerdo con 16 años salir del Hotel Sheraton, cruzar la séptima avenida y mirar a la izquierda...la ciudad estaba ahí, ¡me abrazaba! Y es que volver a Nueva York es volver a casa, es muy buena anfitriona y mira que nunca he vivido allí pero tío, ¡la ciudad se deja querer!
Poner un pie en Bryan Park y que La City huela a comida, ¡qué típico!, pero realmente Manhattan apesta a comida por cada esquina, la calle es el gran comedor de todos los neoyorkinos y turistas. Algo normal cuando a pie de calle tienen puestos de perritos, puestos de fruta, de pizzas...¿por qué no hay ningún español que patente un carrito con fabada, lentejas y cocido? Yo lo dejo caer señores, ¡nos forraríamos!
Entre pitos y flautas, sólo me dió tiempo a dejar la maleta en casa de mi amigo Javi, comernos algo rápido de algún puesto y pillar un taxi a una fiesta en Santos (Downtown), no hay mejor bienvenida que esta.
Algo muy normal en Nueva York es un cambio de 20 grados en cuestión de 24 horas, y es que al ser una isla, el tiempo es totalmente bipolar, como los neoyorkinos (risas). Sábado listos y preparados para patearnos la ciudad. Parón para comer en Burger Joint, un lugar clandestino en el Hotel Parker Meridiem, muy cerca de Central Park. Hamburguesas aceptables con una temática muy clara compuesta de 3 pasos como reza el cartel. Un local "chungo" pelín hortera (por los posters) y lleno de gente joven y mayores con síndrome de Peter Pan.
Seguimos la ruta camino a ChinaTown y toda la parte baja. Un alto en el camino para observar de cerca un camión rosa chicle compuesto por una amplia variedad de zumos, perfectamente etiquetados y con la composición nutricional muy clara. Lo que no me quedo tan claro es la calidad de los mismos, por los colores digo, ¡llamadme raro!
Y como nos habíamos levantado con energía, cruzamos el puente de Brooklyn y nos presentamos en uno de los 5 condados de los que está compuesto Nueva York y que últimamente está dando mucho que hablar, Brooklyn. Zona tranquila, residencial, con restaurantes alejados de la estética de Manhattan...un estilo más "tranquilo", quizás con aires berlineses por la abundancia de la madera y ese punto de naturaleza como es una flor sin importancia en las mesas.
Después de recorrernos cerca de 40km a patita, la cena y la recuperación fueron en casa.
Domingo soleado perfecto para correr por Central Park, algo tan americano como la Estatua de la Libertad. Me abroché las Nike 4.0 (se las recomiendo a todo el mundo que corra) y directo a hacer el recorrido de "running" por el pulmón de Nueva York. Repleto de gente.
Para reponer fuerzas un buen zumo de naranja y un bocadillo, ¿dónde? en los cientos y miles de Delis que hay por toda la ciudad. Barato no es, bueno sí es desde mi punto de vista, y que no te queda otro remedio, también.
Para rematar el fin de semana, nos fuimos por la zona de MeatPacking District a cenar a Pastis, con un parón anterior en el Hotel Standard (recomendable ir a la discoteca de alli, Le Bain). Pastis es un lugar al que hay que ir si vas a Nueva York. Aspecto de taberna francesa donde hacen su propio vino, azulejos, madera vieja, y trapos de cocina como servilletas, eso es Pastis.
Muy recomendable todo, pero hay una especie de carrillera con zanahorias que se te va la pinza, y antes de ir a dormir pasamos a tomar una cerveza por el Bar Coyote, muy divertido, lo de interactuar activamente con la camarera es algo que no pasa en España.
¿Cuántas veces he dicho lo importante que es desayunar? Muchas sí, muchas veces lo he dicho, y es que la semana empezaba fuerte, había quedado en ir al Hospital Mount Sinai a hablar con Fuster, perdón, el Dr. Valentín Fuster.
Camino al Upper East Side me paré en la cafetería 3 Guys. Un lugar de andar por casa, pero en el que por 10$ te sirven todo este surtido de desayuno de campeones, huevos con beicon, tostadas, zumo de naranja..., para ser Nueva York, ¡es toda una ganga!
Llegar al Mount Sinai y observar las prestaciones de uno de los mejores hospitales del mundo. En EEUU hay muy buena nutrición y muy buenos departamentos del mismo, pero como siempre he dicho, no lo llevan a cabo en la calle, en los ciudadanos de a pie, ahi la educación nutricional falla.
Una de mis razones de la visita a Nueva York, era para entrevistarme personalmente con el Dr. Fuster, y así fue. Humildad creo yo que es lo que le caracteriza a un premio Ppe de Asturias, a una persona que acababa de llegar de Europa y con apenas una mañana en Nueva York antes de partir a Japón, concedía 20 minutos para hablar con el último mono que ha llegado al mundo de la nutrición, es decir, un servidor. Simplemente puedo estar agradecido.
Después de husmear cada rincón del hospital, me quedé a comer y a tomar buena nota de como se alimentan allí. Menús especiales según tu personalidad (es broma) y todos perfectamente detallados con la información nutricional muy clara. Una sopa, una pechuga de pollo con verduras y arroz, y agua, todo por 8$, pero lógicamente apto sólo y exclusivamente para gente del hospital.
Estés donde estés, hay que hacer ejercicio. Sé que soy muy pesado y que por Twitter estáis de mis consejos sobre "vida activa" hasta las narices, pero ya me lo agradeceréis.
Coincidiendo que Javi tenía semana dura en el curro, le cogí la tarjeta y allí que fui casi a diario. Me sorprendió que la mitad de las máquinas son para ejercicios aeróbicos, me imagino que será por la cantidad de obesos que hay, todo un problema a tener en cuenta.
Después de recibir mail de mi padre contándome que Fariña iba a estar en Nueva York y que mi amiga Anita me dijese que Monte La Reina también iba a estar, el martes lo tuve un poco ocupado representando a mi tierra en Nueva York. ¡Los vino de Toro estaban en la Gran Manzana!
Que placer beberme un Rejadorada (entre otros) a miles de kilómetros de España, y más placer tomarme un poco de tortilla, un jamoncito, unas aceitunas...ríete tú de mi sandwich diario del Prêt a Manger el cual me dura de la 38 a la 36st, ¡esto fue un visto y no visto!
El miércoles después de visitar el Roosevelt Hospital y andar de cabeza con los de administración, quedé con Paula a la carrera para comer porque en unas horas le salia un vuelo para Chicago. ¿Un sitio bueno y rápido? Shake Shacks, donde ponen las mejores hamburguesas de Nueva York y por 9$. Yo me la pedí doble y con extra de todo.
El jueves quedé con otro amigo mío que está viviendo en Nueva York, mi amigo marroquí, Youssef, al cual no veía desde hace 5 años que estudiamos juntos en Londres.
Él, que controla bastante la zona, me llevó a comer a Thai, un restaurante tailandés en Chelsea. Brocheta de langostinos con verduras y arroz, muy bueno y bien de precio, ya que los dos salimos por 32$.
Pasear por West Village y por Nueva York en general es muy curioso porque si os dáis cuenta supermercados no hay. Hay puestos, y Delis a patadas, pero supermercados como entendemos en España (con la charcutería, frutería...) no existen, de hecho el candidato demócrata (muy del sueño americano) que se va a presentar a la alcaldía, en su programa lleva la implantación de supermercados en la isla, ¡ya están tardando!
Para finalizar la jornada del jueves, nos acercamos hasta Max Brenner a cenar. Lugar donde ponen comida a base de enchiladas, fajitas, alitas y demás comida no (muy) frecuentada en España, y lugar también donde (según Youssef) ponen los mejores postres de todo Manhattan y razón no le falta, ¡exquisitos!
El viernes después de hablar con los de la New York University me fui dando un paseo hasta la zona de Soho. Hasta que punto llegará la mala alimentación de los neoyorkinos que los pisos de nueva construcción los hacen sin cocinas, pensadlo,
es acojonante.
Ese día me tocó comer solo, no hay cosa más aburrida y más "no se entiende la gente" que comer solo, pero oye, el momento lo requería. Fui a Smile, una cafetería/tienda rollo ECO y "take away" en el que comí un cous-cous que tenía NADA de cous-cous pero estaba bueno. Para aguar las penas parón en el Hotel Mondrien a la vuelta de la esquina, lo recomiendo.
Me sorprende la
poca cantidad de comida que toman a lo largo del día, de ahí que tengan que ponerle salsas y alimentos hipercalóricos porque toman un solo plato en su mayoría sandwich o bocadillo. Me sorprende que
no haya motos, me sorprende
su carencia de sentido del ridículo (algo que deberíamos aprender los españoles), me sigue sorprendiendo que
coman en la calle y me sorprende porque creo que Nueva York no es la ciudad que nunca duerme, Times Sq abrirá las 24 horas, pero la vida, la calidad de vida, el tomarte un vino con un amigo o ese yo-no-se-que no como en España, en ningún sitio. Lo digo con la boca pequeña no vaya a ser que después de verano esté viviendo alli.
PD: Esta vez no hay video resumen, pero podéis visitar mi cuenta de Vine, en la que hay microvídeos de 6 segundos que no están nada mal. Los podéis encontrar a través de mi .