lunes, 26 de agosto de 2013

Aljibe (Cádiz)

Un restaurante que está muy bien en Cádiz capital es el Balandro, un sitio para estar sentado y disfrutar de las vistas del mar, pero para seguir con la lista de restaurantes de costa de este verano, esta vez he pensado en algo más informal, algo de tapeo (que también puedes estar sentado), algo más distendido y más rápido, algo de jijiji jajaja con los amigos.





Aljibe es un sitio de toda la vida de Cádiz. Una gran barra, pero también mesas de madera para compartir con muchos amigos, armarios que recuerdan a las casas de pueblo, y una mazmorra repleta de buenos caldos que están bajo llave del propietario. Por cierto, ¡bravo por los suelos!










Nada más sentarnos, una cesta repleta de panes...uno me llamó la atención, ¡pan de tinta de calamar! Tampoco le saqué yo el sabor, pero curioso cuanto menos.

Un salmorejo, un foie de oca y pato con mermelada de tomate, queso frito en tempura (para mi gusto muy pesado tanto por el queso, como por el rebozado, ¡y también por la miel!), rollitos de salmón rellenos de queso y alcaparras (me sobra la lechuga decorativa), solomillo relleno de jamón con piquillos y garrapillas muy top, queso de cabra con pan de nueces y salsa arandanos, exquisito por el queso de cabra vuelta y vuelta, y de postre una tartita de chocolate caliente con helado de vainilla para cambiar el sabor salado.





Aunque parezca mucha cantidad, no es tanto ya que las raciones son normales, no son platos de comida al uso, son raciones al fin y al cabo. Atención correcta y de precio en torno a 20€, no llegó.

Situado en C/Plocia 25, Cádiz

Consejo nutricional:  Las mermeladas se están convirtiendo en los nuevos acompañamientos de los platos. Feliz me siento de "apartar" a mayonesas y ketchups varios que pueden hacer tambalear nuestra dieta, aún así no quiero decir que sean malos, sólo que "en ocasiones especiales".
Si me tengo que quedar con una característica de las mermeladas, es que son naturales, apuntad esto, na-tu-ra-les.

martes, 20 de agosto de 2013

Las hijas de Florencio (Santander)

El verano sigue, y esta vez desde Santander. Paseos por la playa, almejas, BNS, Cañadío, y muy buenos amigos, eso es venir por las tierras del norte como todos los años.




Las hijas de Florencio es un lugar donde predomina el mármol y los azulejos, donde los suelos de damero rojo llegan a despistar la vista del jamón de cualquier consumidor. Con aires de tienda gourmet, o simplemente de materias primas muy correctas, se mezclan las buenas latas, los buenos quesos y como no, las buenas tapas.






Desde un pincho de ventresca con pimiento rojo y su confitura, uno de jamón o el típico matrimonio de boquerón con anchoa, cosa que ponen aquí muy buena.

Pulpo exquisito aunque al ojo no sea tan espectacular, ¡gracias por no poner patata de relleno! Otra más de setas con jamón, foie y con melocotón por encima, lo de poner una parte dulce a estas tapas está bien para contrarrestar tanto producto potente en lo que a salado se refiere.




La atención correcta, muy a la carrera según como anden de aforo. De precio en torno a 15€ por persona y como no, las rabas de categoría.

Situado en Paseo Pereda 23, Santander

Consejo nutricional: Las rabas no dejan de ser pescado, algo correcto, pero la forma de hacerlas no es tan correcta. Importante el cocinado, tanto el rebozado como el aceite de freír. Una vez que todo esto sea correcto, sobre todo el aceite, ¡a disfrutar!

martes, 13 de agosto de 2013

Las Tinajas (Granada)

Gracias a todo el tema de las redes sociales, del , del y demás "no intimidad" uno puede plantarse en el mejor restaurante de Granada sin tener ni idea de la ciudad.




Algo así me pasó hace meses con el restaurante Las Tinajas, ¿dónde voy?, ¿algo que esté bien?, ¿dónde pondrán comida casera? Algunos seguidores del sur no tardaron en responder y recomendarme este sitio que no sé si es el mejor, pero a mi me gustó mucho, ¡gracias!




Un interior antiguo, de hace 50 años donde hay mesas macizas de madera, sillas de lo mismo, escaleras de lo mismo, todo es madera, todas las paredes son fotos...vamos, como para concentrarte en la comida. Un restaurante de "fulanito de tal estuvo allí".




Nada más poner el culo en la silla, un vino blanco de Rueda, un paté y un al i oli para empezar a hacer hambre. Parece una bobada pero estos detalles son los que importan, los que se llevan la clientela de calle.




Cuando vengo al sur, no puede faltar el salmorejo, aunque sólo sea una vez, pero no puede faltar. Salmorejo consistente (como todos) aunque no tan espeso como los he probado en otros sitios. Como compañeros el huevo, jamón y el chorrito de aceite de oliva virgen extra, de aquí de toda la vida.




Y de segundo, ¡agárrense los machos! fritura variada a base de puntillitas, boquerones, rape, calamarcitos, gambas...el festival de la grasa vamos. Lo malo de esto que llega un momento que todo te sabe igual. Destaco los boquerones por su suave sabor a pesar del rebozado.




No quería postre pero toma postre, tarta de chocolate con bien de nata. La ambulancia ya estaba avisada, ¡esto no es normal!




Espérate, que con el café me trajeron ¡pastas! Nada, me cosí la boca y dije que hasta aquí. ¿Sabes esa sensación incómoda de pesadez cuando has comido mucho? Pues siéntela y ponte en mi lugar.

Buena atención y precio 40€, pero se pagan. Comí en un sitio bueno y comida tradicional y casera de Granada, que es lo que quería.

Situado en C/Martínez Campos 17, Granada

Consejo nutricional: La fritura ya de por sí es pesada y "poco saludable" por lo que es conveniente pedirla para 2 personas. ¡Y de vez en cuando, que después la grasa hay que quemarla subiendo escaleras!


jueves, 8 de agosto de 2013

El Chivo (Morales de Toro, Zamora)

La semana pasada con motivo de mi cumpleaños, celebramos la comida familiar en El Chivo, ya que el cumpleaños en sí lo celebré con mis amigos en pleno Camino de Santiago, pero eso es harina de otro costal.




Llegamos al sitio, y te encuentras una sala con sus mesas y estanterías, pelín añejo y con contrastes raros como la pizarra como reposaplatos y centros de mesa de mentira...hay muchos sitios "cutres" pero nada pretenciosos, esto no me daba a mi buena espina.

Nada más tomar asiento salió el jefe de cocina a saludar y a preguntarnos qué queríamos. Cuando voy a un restaurante, me gusta dejarme guiar o que me expliquen de qué va la fiesta, si tienes carta, perfecto, si no tienes carta seré todo oídos...pues allí tuvimos que ir deduciendo y rogando la única carta que allí tienen, situación muy incómoda y bastante tensa, realmente nunca me había pasado, espero que por lo menos se comiese muy bien para compensar este mal trago.





Y la verdad que en lo de comer se refiere, salimos muy bien parados. Puntas de espárragos con jamón exquisitos por la buena combinación de texturas. Unos boquerones abiertos (estilo bocartes pero sin freír) con un aceite potente y muy suave el pescado, y unos boletus con yemas de huevos, también bien. Todo esto para compartir.

Otra cosa que no quería olvidarme. Una de las camareras nos trajo aceite y sal para probar a la voz de "¡la servilleta!"...me imagino que no lo habréis entendido, nosotros a día de hoy tampoco.




Los pescados, o mejor dicho, los platos fuertes del restaurante (sólo tiene 3 pescados) estaban espectaculares. Mis padres se pidieron merluza y acabaron más que contentos, y yo mero y triunfé aunque no pedí cogote, ya que no me gusta pero aún así la cosa estuvo bien, con sus ajitos y su buen aceite.




De postres un helado de 3 chocolates casero muy suave, mousse de chocolate blanco y mousse de turrón (presente en la foto), nada que destacar.

La atención bastante deficiente ya que o conoces el sitio o tienes que cantarle los platos al cocinero, de precio en torno a 50€ por cabeza y como dice el refrán "una y no más, Santo Tomás", eso sí, repito y recalco que los pescados están exquisitos.

Situado en Av. Comuneros S/N, Morales de Toro, Zamora

Consejo nutricional: El mero es una carne de pescado blanco excepcional, muy saludable y con buen aporte de vitamina B y de selenio (antioxidante) entre otros minerales, si ya lo dice el refrán "de la mar el mero, y de la tierra el cordero".

lunes, 5 de agosto de 2013

Camino de Santiago

El blog necesitaba unas vacaciones merecidas porque de vez en cuando es necesario reposar la comida para hacer mejor la digestión. Un mes después, vuelvo a la carga.




Ahí estamos los 6 integrantes (el pequeño Javier no cuenta), ataviados con nuestras peores galas y aderezados con conchas de Santiago y palos de peregrino para mimetizarnos con el personal durante la ruta. Salimos de Zamora rumbo a Sarria, lugar de partida.











La primera etapa, o etapa 0 consistía en dar marcha atrás porque no queríamos salir desde Sarria, sino llegar a Samos a dormir y poder ver el monasterio que nos habían dicho que era muy recomendable visitar. La odisea Sarria-Samos es como las matemáticas, cuanto más tiempo le dedicas, más te separas de ella, por lo que decidimos abandonar (a pie) lo andado, no comentar nada a nadie (ejem) y volver frescos y contentos a Sarria, nuestro punto de partida, como si nada hubiese pasado, a pesar de los 15 kilómetros.

Nos dió tiempo a cenar algo, caldo gallego para mi porque ¡ya he pisado Galicia! y directos a la cama, a las 22:59 nos estaban cerrando el albergue.
El despertador sonó a las 5 de la mañana, pero un servidor llevaba con los ojos de par en par desde las 2 porque unos graciosillos entraron borrachos haciendo ruido...¡me he quedado con sus caras! Ni ducha ni nada, unos sencillos yogures de desayuno ya que la noche anterior tuve que regatear con el camarero el postre por la hora, asi que cambié postre por desayuno, nos salió bien la jugada.

Carretera y manta, o mejor dicho 22 kilómetro por delante. Eso si, a las 7 de la mañana me podía comer un oso pero tenía que ser comedido, aquí no veníamos a pegarnos grandes lujos, asi que unas barritas energéticas cortesía de mi prima Blanca, con "80kcal, ya verás que bien te sientas..." yo necesito 500kcal para funcionar.

Paisajes preciosos, señoras cuidando su huerto, y mucha vegetación, todo un privilegio poder caminar por Galicia. 9:30 de la mañana, ya valió la bobada del Camino de Santiago, ¡tengo hambre! Parada en un bar para repostar con un bocadillo de media barra de pan de tortilla francesa, ¡ya era feliz! Una vez que llegamos al albergue (público) de Portomarín, una ducha, ¡una ducha! tenemos que empezar a valorar más las duchas, pues eso, una ducha y toda la tarde de descanso, llovió como si no hubiese mañana.







La segunda etapa era de Portomarín a Palas de Rei, 25 kilómetros. Esa noche dormí 6 horas solamente, pero creo que ha sido el sueño más aprovechado de mi vida, debí de entrar en coma porque me levanté como nuevo.
Desayuno a base de zumo de naranja y melocotón, fruta y sandwich, ¡nada mal! Aguantamos tan felices hasta las 10 de la mañana que hicimos un parón para almorzar. Creo que nos homenajeamos con variedad de bocadillos y pinchos de tortilla, ¡todo un festín por escasos 20€!

El tiempo acompañaba, es decir, habría unos 15 grados, perfecto para caminar y poder disfrutar del paisaje, de las vacas y de los pastores que nos cruzábamos y que nos decían "¡buen camino!", así da gusto hacer el camino, con una sonrisa de oreja a oreja.

Llegada a Palas de Rei y ¡caldo gallego para el niño!








Tercera etapa, Palas de Rei Arzúa, posiblemente la más dura porque era casi de 30 kilómetros, pero teníamos una motivación en forma de pulpo. concretamente en Melide, en Casa Ezequiel.
Es curioso ver los pequeños lugares o rincones preparados con variedad de fruta, agua, café, sillones e incluso revistas para que el peregrino se tome su tiempo para descansar y dejar la voluntad.

Llegada a las 9:15 a Melide, ¿quién se come un pulpo a estas horas? Los 6, y no uno, sino hasta 3 tablas. Los de Casa Ezequiel nos hicieron la ola, y hasta nos hicieron fotos, pero la ruta continuaba.







Cuarta etapa, Arzúa-Pedrouzo, unos sencillos 20 kilómetros. Trás una noche de pedos, malos olores y ronquidos, despertamos con un desayuno energético y a la calle. Lógicamente eso forma parte del camino, sino fuese por el albergue, ¡de qué íbamos a hablar a las 6 de la mañana! Pues de cosas escatológicas claro está, gracias Belen.

Manuel y Javi marcando el camino, paso ligero y todo recto. Se nos dió tan bien, que a las 11 de la mañana ya estábamos en Pedrouzo. Los albergues públicos no abren hasta la 1, asi que pusimos nuestras mochilas en la cola como señal de que ya habíamos llegado y nos fuimos a comprar. Ese día comimos macarrones, ya no estábamos para ir de restaurantes, ya no éramos señoritos, ¡eramos Action Man! y no compramos macarrones de Gallina Blanca, no, marca blanca que somos peregrinos.

Tarde de relax en unas piscinas fluviales, o lo que en mi pueblo conocemos como "bañarnos en el río". Pronto a la cama, que al día siguiente llegábamos a Santiago, y aparte era mi cumpleaños.






Última etapa, 18 kilómetros y llegada a Santiago. La emoción se palpaba, vale que no veníamos desde Roncesvalles, pero ¡oye, lo nuestro nos ha costado! Teníamos tantas ganas de llegar que sinceramente se nos pasó volando. Veías las caras de emoción de otros peregrinos, de compañeros de camino que habíamos hecho desde el primer día y Pablo distrayendo a Blanca para que se le hiciese lo más ameno lo poco que le quedaba.

Y entramos en la Plaza del Obradoiro, todos cogidos de las manos y cantando como si fuésemos de Opus, pero en ese momento la emoción nos podía. ¡Ya estábamos alli! Después de 115 kilómetros habíamos llegado. Me quité la bandera de Zamora y el crespón y me acerqué hasta la valla y lo até en recuerdo a todos que fueron en ese tren del 24 de julio.
Gracias a dios no tuvimos percances en el camino, yo cero ampollas y muchas ganas de celebrar mi cumpleaños. Comimos en el Burguer King ¡quién me lo iba a decir a mi!, eso si, la cena fue una mariscada en toda regla, pero eso ya es material de otra entrada.