Lo malo de las grandes ciudades es que lo tradicional se pierde, y sino, lo reinventan los modernos en formato "hipster" y te ponen los huevos de corral del pueblo a peso de trufa, vamos que no merece la pena.
Pero siempre hay sitios que perduran de por vida, y se mantienen año tras año contando con la clientela de toda la vida aparte de algún turista gastronómico que ven estos sitios con sorpresa.
Entrar en Vinos y transportarte a los años 70, a banquetas de madera y barriles de cerveza hechas mesas, cuadros taurinos, una hermosa barra y casi la flamenca encima del televisor. Pedir la sobrasada que Alfonso está haciendo, o mismamente unas anchoas con aceitunas, un poco de vermut con sifón mientras Araceli te da palique al otro lado de la barra y a disfrutar, ¡y en plena Glorieta de Bilbao!
Felicidades por tus 150.000 visitas y realmente es muy agradable este local por sus aperitivos especiales y por el trato de sus dueños
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